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INTERES GENERAL

Luego de una violenta entrevista, Robledo Puch seguirá preso

El camarista Oscar Quintana fue a la cárcel a verlo, pero el criminal le gritó, se enfureció con su abogado y con las dos mujeres que ofrecen alojarlo

Carlos Eduardo Robledo Puch, el mayor asesino múltiple de la historia criminal argentina, quien lleva 51 años encarcelado, mantuvo una entrevista con el juez que le volvió a negar la libertad una entrevista en prisión que terminó violentamente. El condenado le gritó, volvió a hablar de su inocencia, manifestó su desconfianza hacia su nuevo abogado y las dos mujeres que lo quieren alojar en San Nicolás y aseguró que si sale de la cárcel, va a “morir”.

Estos y otros detalles de la vida intramuros de “El Angel de la Muerte” en la Unidad 26 de Olmos donde cumple su reclusión perpetua con accesoria por tiempo indeterminado, están detallados en un “acta de visita” —a la que tuvo acceso Télam—, que elaboraron el juez Oscar Quintana, de la Sala I de la Cámara de Apelaciones de San Isidro, y su secretario letrado, Bernardo Hermida Lozano, en la entrevista que ambos mantuvieron el pasado 7 de junio con el autor de 11 homicidios.

Este encuentro cara a cara con Robledo Puch (71) fue uno de los elementos evaluados por el camarista cuando el martes pasado rechazó el pedido de libertad y de prisión domiciliaria que había reiterado a principios de año su nuevo defensor, el abogado particular Jorge Alfonso, a quien el asesino múltiple calificó como un “mediático” y anunció que quería revocarle la representación.”Se lo ve llegar por sus propios medios caminando y moviéndose con normalidad, se expresa con buena dicción, coherente, y así comenzó explayándose sobre sus dolencias y malestares físicos”, dice el acta sobre el momento del encuentro entre el recluso, el juez y su secretario letrado.

Problemas de obstrucción intestinal, de próstata y de artrosis son algunos de los temas de salud que Robledo Puch mencionó a los funcionarios judiciales. El juez Quintana le recordó que en un par de oportunidades le ofrecieron operarse de cataratas y de una hernia en el Hospital General de Agudos Mixto (Hogam) del Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB), ubicado en el mismo predio de Olmos donde está, y que él se opuso.

Quintana le explicó que para ser liberado debía participar de los “programas de preegreso”, pero Robledo Puch interrumpió para reiterar algunos de sus problemas de salud, tras lo cual, según describe el acta, “comenzó con un discurso verborrágico respecto a su inocencia, que él no cometió los delitos por los cuales fue condenado”. Luego, dijo que si no hacía las actividades de preegreso era porque “eran una mentira” y que “si salía del Servicio Penitenciario tenía que morir, porque él no tenía un domicilio para el caso de egreso”.

En el tramo más tenso del encuentro, el secretario judicial dejó asentado que el interno se tornó “cada vez más violento y verborrágico, llegando a hablar solo él, gritar y no dejar finalmente que la entrevista transcurra con normalidad”, por lo que decidieron interrumpirla. El juez y el secretario se entrevistaron luego con la subdirectora del penal, Ivana Spagnolo, quien les manifestó que Robledo Puch concurre todos los días al Hogam por sus problemas intestinales, que como actividades recreativas participa de torneos de ajedrez, hace “caminatas por el patio” junto a otro interno y que en la cocina de su pabellón colabora con la cocción de tortas fritas.

Tras visitar el pabellón donde se aloja el recluso, el acta judicial describe que está “ordenado y limpio” y que “posee un espacio común con un televisor, cocina, mesas y sillas y se comunica con el sector de las celdas donde cuentan con un patio interno propio”.

El juez y el secretario retomaron el diálogo con Robledo Puch al visitar su celda y allí, según consta en el documento, “refirió frente a todos los presentes que no quería al abogado, que no quiere recibir más visitas de las señoras estas que vienen a verlo”, en referencia a Gregoria Figueroa y su hija Yamila Acosta, quienes estaban propuestas como cuidadoras y tutoras de él en la ciudad de San Nicolás, en caso de que le hubiesen dado la libertad. Dijo que tanto el abogado como estas mujeres “le mienten” y que lo van a ver “de pesuti” y “de cheto” y se quejó de que en las visitas le llevaron “harinas” y un “Mantecol” que “le hacen daño”, y no le dejaron comida que él pudiera ingerir el resto de los días.

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“Todo lo que le dicen las mujeres es una mentira, un engaño, que al principio le dijeron que él iba a ir a vivir a una habitación al fondo de su casa y que ahora, durante la última visita, le dijeron que le iban a alquilar un departamento para que él viva ahí solo, para que esté mejor, que era toda una mentira”, señala el acta. De su defensor, Alfonso, el reo dijo que “quiere revocar la designación”, que es “un abogado mediático”, que en la última visita le sacó fotos que luego publicó “en Instagram sin su consentimiento”.

Luego de esta tormentosa visita, el camarista Quintana rechazó la concesión de la libertad y la prisión domiciliaria a Robledo Puch. “Ante la ausencia de un domicilio apto para el caso de egreso, la ausencia de una red social extrainstitucional que pueda brindarle contención, la ausencia de planificación alguna de una propuesta de un ambiente que le brinde contención y estructura conforme lo exigen sus patologías, no resulta factible dar acogida favorable” al pedido de libertad, fundamentó el juez. Además, encomendó a la Dirección de Tercera Edad de la Provincia de Buenos Aires que “informe cuáles instituciones de salud o dispositivos de tercera edad se adecuarían a las necesidades del interno en función”.

El “Angel de la Muerte” fue detenido el 3 de febrero de 1972 y condenado el 27 de noviembre de 1980 a “reclusión perpetua con la accesoria de reclusión por tiempo indeterminado” por la Sala I de la Cámara de San Isidro, que lo encontró culpable de 11 homicidios, entre otros delitos. Durante sus más de cinco décadas en prisión, Robledo Puch pasó por múltiples unidades penitenciarias: la Unidad Penal 9 de La Plata -de donde escapó en 1973 pero fue recapturado en 68 horas-, la Unidad 2 de Sierra Chica -donde vivió el motín de “Los 12 Apóstoles”, la Unidad 22 que es el hospital penitenciario de Lisandro Olmos, y la Unidad 26 del mismo distrito, donde permanece alojado en la actualidad.

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