Entre lágrimas, Evaristo Ismael Sequeira, soldado clase 1962 y sobreviviente del Buque Gral. Belgrano, recordó aquellos tiempos que lo tuvieron como testigo y protagonista.
El 2 de abril de 1982, las fuerzas argentinas lanzaron la "Operación Rosario", el nombre en código de la invasión de las Islas Malvinas. Este día marcó el inicio de la Guerra de las Malvinas, un conflicto que duraría 74 días.
Durante las horas previas al 2 de abril, la flota argentina se había acercado a las Islas Malvinas en secreto, preparándose para el desembarco. Finalmente, la Guerra de las Malvinas entre Argentina y el Reino Unido terminó el 14 de junio del mismo año, cobrándose miles de vidas inocentes.
En pleno conflicto, el domingo 2 de mayo, el crucero Belgrano que viajaba hacia el continente fue atacado por el Conqueror, que se convirtió así en el primer submarino de propulsión nuclear en hundir una embarcación. El hundimiento del ARA General Belgrano alejó toda posibilidad de alcanzar un entendimiento para resolver el conflicto.
En la embarcación se encontraban 1093 tripulantes, entre los que estaba Evaristo Ismael Sequeira, soldado clase 1962 oriundo de Humberto Primo. Tras 42 años de la Guerra de Malvinas, “Ismael” para todos, recordó aquellos momentos tristes para la nación y los jóvenes soldados.
Ese 2 de mayo, “343 fallecieron en media hora”, recordó el sobreviviente. “Era duro estar ahí, aparte teníamos 18 años. Éramos chicos, aunque es justo la edad en que el cuerpo tiene toda la fuerza. Si hubiera sido de otra manera, no hubiéramos sobrevivido”, aseguró Ismael.
Además, el excombatiente destacó que los jóvenes argentinos “peleamos por nuestra bandera”. “Yo estuve cuatro días a casi 20°C bajo cero en una balsa con 13 compañeros. A muchos los encontraron a las horas, pero nosotros estuvimos cuatro días, el viento nos llevaba”, explicó.
Antes de eso, recordó que llegaron hasta las islas sin saber que participarían de la guerra. “Nunca supimos que íbamos a Malvinas, supimos cuando fuimos a Ushuaia donde cargamos toda la munición y no nos dejaban hablar con nadie. Cuando íbamos caminando por la calle, una nonita me dio un rosario y lo agarré para meterlo en el bolsillo, pero no me dijo nada. Ahí algo pensábamos”, comentó.
Ya en las islas, “un día antes de que hundan el crucero, nos dijeron que Malvinas estaba en guerra y que nos compañeros nos necesitaban. El buque (ARA Gral. Belgrano) era un acorazado y teníamos cantidades de municiones”, relató.
Cuando les dijeron que iban a participar de la guerra, “estábamos contentos porque íbamos a defender nuestra patria. La película, que mirábamos por televisión en blanco y negro, la empezamos a ver en carne propia. Era hermoso, pero teníamos la ignorancia de no saber que íbamos a morir ahí. Siempre con mucho orgullo”, dijo.
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